En un beso ahogado por las anémonas
en el espanto que roe mis humildes pétalos,
en las plegarias,
en los susurros que burlan la sequía
en un mendigo que visita mis párpados a medianoche...
¿Dónde duermes?
Señal que apacientas las tinieblas preñadas
te quiebras,
socavas al sol
y no tienes siquiera una máscara.
Sabes ocultarte en el Angelus vivo
que no sé pronunciar cuando te pierdo,
Lejos...
ahogada en el beso te encuentro;
en el espanto que roe mis humildes pétalos;
en un cristal de lágrimas,
en susurros de lágrimas...
Y eres sólo un mendigo
que visita mis párpados a medianoche
y los abre para siempre.
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