viernes, 28 de enero de 2011

OCUPACIONES

a la 1 de la mañana levanto la mano derecha y juro sobre un piano de cola que viajaré a Londres el próximo semestre
a las 2 me siento en el balcón a burlarme desvergonzadamente de los ogros vestidos en sotana precisa que pasan por la vereda.
a las 3 comparo los vértices quemados de la rueda sobre el mar, y a veces- confieso- me perturba encontrarlos exactamente iguales.
a las 4 salgo a la calle a preguntar si alguien leyó alguna vez una novela policial escrita por un dinosaurio con mínimos conocimientos literarios, y qué opinión le merece,
a las 5 contemplo las mariposas de tu frente y les invento nombres,
a las 6 me distrae un golpe de candado y no puedo concentrarme en otra cosa por 60 minutos,
a las 7 me interno por las grietas de una vieja casona con el solo propósito de perturbar la paz del hogar con mi tambor de niebla y mi elefante ultravioleta,
a las 8 enciendo mi cabellera sagrada con una cuerda de violín
a las 9 se inicia la danza de los estertores y yo, como siempre, finjo desinterés, para no involucrarme en una guerra que interrumpa mis compromisos posteriores,
a las 10 fabrico una gran cadena azul para poder correr tras de mí sin alejarme demasiado,
a las 11 alguien me saluda por mi cumpleaños y se queda a cenar
a las 12 del mediodía levanto la mano izquierda para cazar monstruos sin hacer un esfuerzo exagerado,
las primeras cuatro horas de la tarde las utilizo para cambiarle el nombre a las estaciones del año
durante las otras dos siguientes, arranco flores de las casas y me las guardo en el bolsillo
a las 7 subo a un tren que va a partir pero en ocasiones recuerdo mis tareas pendientes y decido bajar,
a las 8 de la noche y sin excepción reparto entre mis vecinos mis cuadros más preciados de Salvador Dalí para que piensen que poseo una importante y valiosa colección pictórica
y a las 9 envío de inmediato a mi agente de prensa a que desmienta categóricamente cualquier suposición al respecto,
a las 10 asisto a la revelación de mis principios
a las 11 destruyo las pruebas que pudieran involucrarme en la construcción de cualquier catedral o monasterio en 35 cuadras a la redonda
y a la medianoche siembro el camino de regreso al infierno con mi cuerpo mutilado, para que no digan – cuando me recuerden- que soy una persona excesivamente agradable.

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