Cada día el mar intenta acercarse
y pronunciar la palabra que desconoceremos.
1
Es la criatura exhausta
que siempre vuelve en la mitad oscura del relámpago
con una flor pegada a la altísima columna del presagio.
Es la huella de lo deshabitado;
la única sombra donde sólo imploran los que no han nacido.
Es el paisaje eterno que se cuelga del mundo,
de los vientres ajenos,
de los caminos envueltos en ceniza.
2
El mar conoce a las doncellas envueltas en tules de sangre,
a las músicas sagradas;
a las terribles músicas.
El mar todo lo sabe y todo lo oculta;
todo lo calla y todo lo presiente.
Aprende nuestra lengua y nos llama
con lamentos de criatura exhausta.
Es la rueda del dolor que gira y que no cesa.
3
El mar no sabe llorar
y es un esclavo.
Le entrego mis cadenas más amargas,
más rotas...
más cadenas
El mar conoce la respuesta y nos salva.
Nos consuela, nos arrastra y devora nuestras arpas rotas.
Es el fin de la noche terrestre
que comienza en la noche del alma.
4
El mar siempre vuelve
en la mitad oscura del abismo
con la huella demente,
con la terrible ausencia;
y cierra la puerta sinuosa del pasado.
Es la espada tenebrosa que erige las estatuas
y es el orgullo que las deja caer.
Y es La Estatua
que saluda con pañuelos inmensos a la sombra,
amordaza a las naves
porque no quiere espantar al rebaño terrestre.
5
El mar no cabe en la enorme cavidad del fuego
y se parece a la sangre de los que se enamoran.
Es la voz que arrulla a los eternos.
Es un sol ahorcado y un rincón de lluvia.
Un paisaje a la medida absurda de un piano al alba.
6
El mar es siempre la distancia entre Dios y los hombres.
El Verbo y la Palabra
que,
inexorablemente,
nos encuentra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario