viernes, 28 de enero de 2011

LA VISITADORA


Ella hace palidecer mi rostro y detener la niebla.
Con sus piernas brutales cruza el velo purpúreo
y lentamente adormece las joyas de mi capa abismal.
Susurra el nombre de una marioneta
y es un teatro en llamas
que se alza sobre el mundo y huye bramando entre fantasmas.

Pero siempre volverá la cabeza.

Tendrá las carnes cubiertas de polvo,
cigüeñas brotarán desesperadas detrás su ojo inmenso

y un cuchillo será la voz y el sándalo.

Con siete velas podridas  y un ramo de libélulas recorrerá las tumbas
invadirá los mármoles
como un gran loco
y se alejará

misteriosamente ...

arrastrando su esqueleto soberbio.



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