(a mi compañera en la Otredad, Liliana Gerzenstein y a todos los que esperan la voz de la sangre)
¿Qué tengo que ver contigo, sangre mía? (Pierre Jean Jouve)
Cuando la grieta inunde las ventanas
cuando la joya del jinete haga sonar un piano
y escape alzando tu sortija en llamas
Cuando el látigo cambie y el camino suceda.
Cuando las huellas conserven la desesperación,
y los corderos vuelvan a oírse en el fondo de la casa
y un antifaz de loco implore y se levante
y el castillo se transforme en ladrillo
y alguna lira suene
y un hueco asome en huracán
y la impaciencia siembre muros de impaciencia
y una lengua septentrional de pulpo se detenga en el presidio,
tome una lira
Cuando un golpe de fantasma en la rueca del tiempo
reserve en su tela profunda
el espacio perfecto para una telaraña
y la herida escape de una loba –mutilada y narcótica-
y una fiesta invisible se arme en el Universo
y alguien la descubra
y renuncie
y me busque entre el mimbre y el misal de un teatro vacío
y nadie se parezca a este monstruo feliz de esponja y acuarela
y vuelvan a oírse los corderos
y una lagrima se desprenda de una botella oscura
e irrumpa en el medio de un bosque
y se arrastre a mis ojos
y una lira suene
(y otra no)
Hablará la Sangre.
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