viernes, 28 de enero de 2011

PRESENCIA BELCEBÚ

Acércate y sálvame:
Hay siete demonios en mi cuerpo.

Tengo un ala errante y un ala de ceniza.
En mis entrañas moran ángeles
en actitud tenebrosa,
criaturas de corona inmensa
y rebaños de silencio.

Escúchame y perdona si no entiendes
esta tiniebla ahorcada en mis pupilas
estos acordes lentos de mi voz
esta verdad errante.

Adviértele a la noche que ya no me reclame,
que ya no dé otro paso con la huella del Cristo,
que no vuelva a alejarse,
que no oculte la guerra ni la virtud,
ni el goce,
que no huya de mí como del fuego
con una flor de miedo entre las manos.

Amigo, ten piedad y regresa,
ven a rezar por mis siete demonios

Soy huésped clandestino de mi propia miseria,

En las tierras del ángel oscuro, alguien está sembrando hierro y muerte.

Entre mis manos aquieta su paso el trueno
y enlaza su manto al de las piedras.

Esta mano podrida agiganta la mano del abismo
el tacto de la bruma se enciende en la mitad del mar

Es un caparazón que no responde

es el lazo que me halló desnuda y blasfemando
arañando la tierra,
sangrando por las carnes
trepándome a las fauces de un caballo invisible

En las tierras del ángel oscuro alguien hace temblar los ojos de la noche.

Vé y avísale al mensajero que tú conoces
dile que me has visto,
dile que he llorado y he pedido su ayuda
dile que he sido un grito, y que soy luna antigua
que suplico entre el hueso y la fiebre
que no entiendo estos rostros en la sombra,
las coronas heladas,
el musgo y la plegaria que ruedan sobre mí
que la noche no aguarda,
que la noche es artífice de cunas peligrosas,
es águila en la pureza y serpiente en los fanales
que en las tierras del ángel oscuro alguien está sembrando relumbres y senderos

y que nada se parece a la noche.

Amigo,
Acércate y escucha.
Espanta a mis demonios con la huella del Miedo.
¡Por los siglos de los siglos!
Y AMÉN.


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