Erguida en un desfile de animales franceses,
flotando en tu reloj de arena,
con la arena de aquello que no quiero olvidar,
dormida,
como un teatro de piedra, que he creado lentamente;
mansa y agobiada entre surcos que se abren por el viento,
en el gran paño dorado que cruza tu vereda,
susurrandome tu nombre como un canto religioso, que sobrepasa la forma,
quitando los espejos,
bordando una capa de oro sobre la superficie de las aguas,
detras de los aromas,
detras de los idiomas,
cayendo insana y rubia hacia el hondo latir de todos los sarcofagos,
sucia como un ave ancestral,
leyenda intransitable del amor sagrado,
suspendida en las grietas y las jaulas del mar,
prendida a los girasoles nocturnos
y al lado opuesto de todos los sombreros,
con intencion de aljibe y naturaleza impura
se cria entre las brasas,
con intencion de antiguo emperador ruso
rondando las agujas
con la vista cansada y el habito manchado con mezcla de licores
gimiendo gota a gota, tus voces paraplejicas,
como un dios de metal,
callando estandartes y cupidos,
hace mucho tiempo,
en esta paz o en otra,
a orillas de tus labios,
quemada como un abanico
en este gran silencio,
con los ojos abiertos,
bajo mi mano
habia una lámpara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario