Te seguiría aunque fueras al Reino de la Muerte
(Sidney Keyes)
En el arpa
o en el silencio
acariciándome el pecho,
hundido en un luto que me agobia
y que te espanta...
destejes tu madeja de sábanas etéreas.
FANTASMA...
que ruedas entre los pliegues de mi lecho.
Encerrado en tu azul procesión a la venganza
desparramas tu agrio vino de recuerdos
sobre el agua pura de mi amor
que hoy se derrama
como la sangre amante,
inextinguible,
pero inmóvil.
Devora mis paredes el hueco de tu sombra.
Las letras de tu boca ó de tu imagen
me arrojan al océano,
al negro precipicio:
Allí nada tu alma calcinante y sonora,
corazón que ardes con mi furia.
Los lagartos devoran la historia que flota en los pantanos;
y tu voz se detiene,
se deshace como el viento atrapado en la botella del tiempo.
Estás hundido en mi sangre, mi amor,
como un pastor sobre la hiedra.
Suena el piano del final
y son tus manos las que astillan las teclas
y tañen sobre el frágil cuerpo
de los besos muertos en el alba.
Jinete loco,
que reinas en mi noche...
tu caballo se interna en la niebla
(mi corazón oscuro)
Una playa que invade los silencios de mi eterna morada
y azulea mis sueños
con latidos que escapan tras de ti
en la madrugada.
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