Del silencio al terror del alma caigo como una estrella anónima, en una mueca que nadie comprende ¿Nadie comprende? Entonces ¿Es posible tanto?
Del silencio al terror como una rama oscura donde la flor abandona el éxtasis y asoma la feroz dentadura. Corre tras la visión pero nadie la salva. Pero nadie comprende.
Remolino de pájaros tiemblan y me abrazan como pequeñuelos que no saben hablar, que se llenan de dolor, de arañas secretas y encuentran bocas hasta en las tumbas
Miseria del Día! ¿Dónde estás Señor cuando tus hijos mueren profundamente desnudos, con el vientre acosado por el vino y los cementerios con la Comunidad del Diluvio amamantados desde una cruz por la loba prohibida con sus corazones amasados con sangre seca?
Señor, ellos son las penitencia y sin embargo nadie lo comprende.
Es hora de llamar al dolor, de hacer crecer los geranios y arrancarles los pétalos y cubrir con ellos la superficie del mal.
Es hora de alimentar al Océano con nuestros pétalos antiguos, para que se transforme en una flor caliente y poderosa.
Es hora de hacer hablar a los muertos con una mano rota
¿Furor?¿Viento?¿Cólera y vacío? La joya de la araña, la sal de los espectros, porque eres oscuro, mi Protector que se inclina y se crece como el sol ondulando sobre los lirios.
Es hora de hacer crecer la Tierra, de atrapar a los cerdos, de hundir a todos los barcos y a todas las legiones, de cambiar el instante, de construir un reino inmóvil y un templo exhausto.
Del silencio al terror del alma caigo como una aguja en el corazón del hombre
¡Felicidad del Día! cuando el mar me responde.
Oh! monstruo alucinado, perfecto, doloroso, con tu rugido de esplendor me parece que me coronas poeta!
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