Mi boca será para ti un infierno de dulzura (G.Appolinaire)
I
Graznan los cuervos entre flores locas,
alguien acaricia sus pétalos de trapo.
Los ciegos no duermen.
Las quimeras se tornan cuchillos en el aire
y los labios se agitan en el polvo del sueño.
Esta noche un abismo espera de espaldas al poeta...
De rodillas ante los cadáveres exclamo:
¡Sangre de violines, nube de horror,
música salvaje de dolor y vino!
¿Por qué me perseguís?
¿Por qué se dibujan las muecas de lo muerto en el aire?
II
La luna y sus lacayos
arrastraron mi cuerpo por toda la tierra clamando :
¡Es ella, es ella!
¡La Reina del Abismo!
¡La limosna de Dios a las estrellas!
Una lágrima, un rincón de sepulcro.
Sus doce profecías hicieron temblar las catacumbas.
¡Es ella!
¡La horca y el farol rosado!
¡La amante y la perra leprosa,
un arcángel del tiempo atado a un remolino!
¡Crucifíquenla!
¡Crucifíquenla!
III
¿Qué pasa que todo está desierto
y mi corazón se hunde en mis entrañas
como un barco en jirones?
“Se hunden los genios, los caballos,
los elefantes y los violines...”
¿Qué pasó con los himnos?
¿Fueron sólo precipicios al cielo?
IV
Siento mi ojo enrojecido
preso en una telaraña y mi boca partida
Pero
Te besaré, mi amado
te besaré y te besaré...
y a través de la niebla que transporta mi alma
y seré un jinete
y me treparé a tu sombra
y ante ella recrearé de un soplo al Universo
Me arrancaré del pecho esta carne maligna
que martilla y martilla como el reloj de un condenado
¡Y viviré, viviré!
Seré un ejército de almas.
¡Viviré aunque sólo sea una huella en el desierto!
V
¡ Sol de mi abismo,
a ti te canto,
a ti Carroza de Silencio,
Himno de todas las Iglesias,
expresión suprema del amor que danza,
enlace perfecto de mi sangre y el cielo...
¡Escúchame hoy que casi muero!
Sólo soy un grito inmenso tras la aurora
buscando un poco de Gloria donde enjuagar mi frente
y donde alabarte, mi amor,
donde alabarte.
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