A JUAN JOSÉ CESELLI
I
“Serás Dios cuando seas más loco que Dios”
Serás un clavel de mármol que fecunde sus pétalos en el aire,
Una catedral que susurre el dolor de los muertos
Una mano que detenga la caída del mundo
La dulce enfermedad que espera tras de ti
La voz que construya y destruya al Ángel de la Nada,
El licor sangrante que ruja apagando la Tierra
Y a la Tierra volverás – como el Gran Hechizo-
Pronunciarás el nombre azul de las profundidades,
Conocerás los perfumes del caos y el pájaro del caos.
Beberás de alcoholes y de honores
Escucharás tu nombre a cada paso, en todas las misas,
en todas las antorchas, dentro de la sangre,
en la cuarta señal de las anémonas
Y en el primer umbral del unicornio
bajo la falda de una prostituta,
o ante la luz de las violetas de un jardín desconocido
Condenarás a los ejércitos,
a la errante Sirena de cabellera antigua,
a las Siete Cabelleras del Trueno
Y a las muchachas ebrias que hechizan a los monjes con encajes perdidos y agujas del nácar.
Entre muros calcinados vivirás en una corona inmensa,
En la sortija del vértigo,
En la cuna brumosa donde duerme el maligno.
Serás inexorablemente un corazón predestinado,
Un lobo entre ruinas acallando a las flautas.
Serás lo que no sangra,
Serás una carroza abandonada en la noche,
Una lira que tiembla
Y una princesa vestida de fantasma.
Pero
No serás el polvo,
No serás el margen sagrado
No serás la piedra ni el honor
No serás una estación salvaje
Una canción quemada
No serás la niebla donde se envuelve a los niños muertos,
Ni el púlpito donde los locos abandonan a sus corderos.
No volverás con lo que nace
con la esmeralda abierta,
entre un ojo de pantera y una bailarina que danza
misteriosamente…
No pronunciarás la Primera ni la Última palabra
No conocerás los mantos fúnebres creados debajo de tu casa
Ni el gorro del bufón que cuelga de una llave secreta
Oh Dama Crujiente y deliciosa como un trozo de pan
Dueña de los perfumes y la savia,
No beberás el mar;
No escucharás tu nombre sino en los campanarios cuando los decapitados anuncien tu muerte
No en una caravana, no entre lilas azotadas, no entre rebaños profundos y condesas abruptas.
No condenarás a la hija del tumulto, ni al niño que aún no ha aprendido a rezar
No vivirás felíz ni un solo instante.
No encontrarás asilo ni en las torres, ni en el fango
Ni en los faroles que suelen alumbrar los cementerios..
Oh pulpo inmenso
Cabellera inconcebible,
Cadáver inhumado que devoras el mar
Nada será de ti,
No serás la medalla, no serás el regreso
No serás la caída en la sombra
No serás un lazo de sequía ni un caballo de oro
No serás la venganza rodeando las señales
No serás el cráneo hundido, ni el Amo de los Perros,
Ni una vela apagada
Ni la Nueva Ceniza
Ni el Vergel de lo mágico
No serás el Pastor de huella peligrosa, la boca de la reina ni la espada en la boca
Emperatriz moldeada en el cadalso de la Extraña Belleza
No serás la Pluma solitaria
No serás la Amante de los Cuervos
Ni un Arlequín inmóvil
Entérate de una vez y para siempre
No serás Dios,
Ni serás más loco que El.
II
“Un abrazo maldito de amor”
En un país oculto
Detrás de las algas y las rosas
En el portal azul donde los ángeles roban ceniza
Yo te abracé lentamente
Porque no cabías en mi pecho.
Te arranqué el molusco que cruzaba tu escápula
Y sobre tu hemisferio de sombras me convertí en astro y en perro
para seguirte y coronarte de cadenas de opio
y posarte en una vieja barca
y echarte a morir al mar.
Yo te abracé con furia
Porque no esperaba más que tu sangre,
que tus lirios terrestres y tus pájaros alcohólicos
Tejí un tapiz sobre tus huesos
Porque me recordabas a un acordeón helado.
Ebrio, memorable, acrónico te convertí en un hada ciega
Te arranqué las plumas y los siete corpiños
Transformé mi voz en pasos de difuntos para aterrorizarte
Y postrarme luego ante la visión
y suplicarte por un poco de pan.
Oh Infanta Virgen tatuada
Ceremonia del Polvo
Yo te acaricié durante Veinte Siglos!
Y te llené de águilas
Yo perseguí al demonio en tu Gruta Infernal
Reina Vagabunda de un Oráculo Antiguo!
Yo te observaba mientras tu cuerpo ardía en la miseria.
Yo me instalé en tus cabellos como en un Camposanto
Yo volví de la niebla para romper tu hechizo,
Madre de las Perlas: Corcel de agujas y tormentas.
Yo dejé morir mi corazón entre tus párpados
Y ahora tiemblo y sueño con los ojos perdidos
Ahora soy un Caserón donde habitan las Estatuas,
Un escorpión de mármol,
La sombra ingobernable que brota de mi séptima sombra
Un encuentro felino y macabro
Donde la piel es hueca
Donde la luz es hueca
Donde el mar es tan poco para tanto silencio.
Yo te acerqué a la belleza
Yo te mojé los labios con un cisne roto
Yo flagelé tu cuerpo de paja y antorcha
Tu vientre azotado por la lluvia.
Yo arrastré tu cuerpo hacia lo inmortal y lo llené de espejos,
para que al replegarte -Ay! Cobra de lo absoluto-
te encontraras con tu imagen
y también murieras.
Yo caminé bajo la tierra
y desde allí acaricié la orina espectral de tus perfumes,
Y me deleité con los esqueletos que ibas dejando
al devorarte uno a uno
los cadáveres interminables de toda la raza humana.
Debo detenerme y confesar…
(Yo la abracé peligrosamente como a una hiedra tenebrosa
porque tanto le temía que al verla mi corazón goteaba.
Yo la invoqué en las misas,
la busqué sin encontrarla jamás
Y la ahorqué para siempre
con un cordón velado que guardaba en un viejo costurero
especialmente para la ocasión
Y la corté en pedazos
arrojándola al mar
Porque el amor, a veces,
Suele alcanzar profundidades siniestras)
Oh Condesa mil veces despreciada
Yo te abracé en abismos como a una estrella presa
en la taberna sagrada de la Anunciación.
Y te vi sangrar
lentamente sobre el mundo.
Ay! Perra del Jamás,
Demonio Bienamado,
Hazte enorme y abrázame
Como una enfermedad perpetua!
III
”Elí Elí, lema sabajtani” /“Señor, Señor, ¿porqué me has abandonado?” San Mateo 27:46
Ella estaba desnuda en las puertas del templo
con un espejo y una nube rota.
Fue invocada desde otro poema
y apareció sangrando y blasfemando ante mí…
yo que sólo la miraba sin reparar en sus miserias.
Le pregunté por su padre y me respondió: “Coronas”
Pregunté por su madre y me dijo: “Sucede”
Ocultaba sin dudas un pregón voluptuoso
Su carne deliraba,
en sus manos traía dos caballos muertos y 30 denarios.
De pronto sus ojos reventaron en perlas
y entonces cayó ebria y tempanosa
sobre una mano invisible que la tomó por los cabellos y la colgó del aire.
y la obligó a beber de todos los cadáveres
hasta saciarse.
Nadie pudo evitar que cayera
y- turbada- se arrastrara ante mí
y que mintiera
y clamara….
“Elí, Elí, lema sabajtani”
y huyera gritando el mensaje del trueno.
© MADAMMEDUSSA