jueves, 3 de febrero de 2011

Canto a las 4 Reinas hechizadas del Caos (4 poemas)



          (a Alejandra Pizarnik y a mi Maestro sin el cual esto no hubiera siquiera nacido)

CANTO AL PRIMER ENCUENTRO CON LA QUE NO ME VE

Te encontré en el espejo del bosque,
Pasaste a mi lado golpeando un tambor salvaje,
Con piedras, con madejas de carne
Tejiste tu belleza espectral sobre los árboles.
Te sentaste a descansar en mis párpados como en un gran trono.
No querías hablarme porque yo no sabía hablar con los pájaros.
Eras tan dulce con tu capelina y tu ramo de flores
Nadabas entre formas y visiones
Con la cabeza atada a un remolino y con los ojos en el agua.
Por el Palacio del Desconsuelo,
Te vi pasar
apenas
como la sombra de un cuchillo
(Y tú no sabes hablar)
Ay niña de la siembra, tibieza de cachorro,
canción envuelta en los pliegues de la fiebre,
Para todos eres la desconocida,
La enamorada del bosque,
Soy el enterrador que nada sabe de ti,
Pero te conoce.
Eres la huella universal: el mundo existe sólo donde tú pasas.
Ven, pequeña, a jugar con mi corazón de porcelana.
Bebe toda mi sangre y transfigúrate en perlas
Cristal que no se nombra, partitura celestial,
Tócame con tus alas de cuervo.
(¿Qué sucede que me hallo de pronto hablando con los pájaros?)
Melodía desnuda,
Vives en un túnel de cenizas,
En una noche inmensa,
En un fragmento anónimo.
caes en perfumes.
Selvática mía, tú no sabes hablar,
Caminas con tu huella perpetua en la Ciudad del Desamparo.
Te paseas por este bosque extraño sin advertir mi presencia,
Con aguas , con silencios,
Con lentas voces agobiadas.
Ah! Semilla del dolor,
no conoces el bosque porque estás hechizada.
Déjame enseñarte a palpar el misterio,
…y desenterrar la oscuridad, como una palabra que está debajo de otra,
y abrirte las entrañas y encenderte
Mi pequeña difunta que sueñas con la muerte,
Acércate y tócame para que abra los ojos
y te escolte hacia el instante de la luz.
Pequeña joya inexpresable
Esos pájaros felices que habitan en tu espíritu
Ellos te conocen.
Ellos te hacen posible.
Déjame que los devuelva a sus nidos primarios,
Así podrás amarme
Sin ocuparte de volar.
© MADAMMEDUSSA
  
CANTO AL SEGUNDO ENCUENTRO CON LA ENAMORADA DE LOS MUERTOS

Te encontré llorando en un espejo antiguo,
Estabas debajo de la tierra; enamorada de los muertos.
Llevabas una corona infantil, un hábito de perros
Y un reloj de arena.
Arrastrando mi sudario, engendraste tu sigilo,
en un goce y un quiebre, tocando las espinas clavadas en mi pecho.
Y yo sólo pude contemplarte.
(Yo la encontré llorando al borde de mi tumba.
Su voz de abeja muerta, su párpado asesino,
Su pañuelo cubriéndole las alas,
Abandonada al borde de una iglesia
Yo la encontré llorando…
Pronunciaba mi nombre
Y sólo pude contemplarla.)
Oh mi subterránea , tu no sabes la muerte.
Y Traes hasta mí la tormenta,
Eres la maldad que canta,
La enlutada imagen de mi imagen.
En tu jaula real juegas con las serpientes y los peregrinos.
Y yo sólo puedo contemplarte,
Oh mi Reina Secreta.
Te meces en una nube loca
Y descorres las telas de tu estremecimiento.
Y tropiezas,
Y caes
Y sangras como una muñeca sobre la zanja arqueada de tu próximo hechizo,
Y el cáliz que entra por un ojo y se escapa por otro y el guante oculto en una vela y tus manos quemadas y tus plumas calientes…
Oh preciosa, ¿qué color has perdido?
¿qué fantasma es tu herencia lejana?
Oh mi difunta,
Tú que hablas con el terror, entra en mi cementerio
Pero no insistas en mi tumba
Con tu raso perpetuo,
Y tu sombra extraviada.
Porque estás llorando
Y nunca me verás
Y yo sólo puedo contemplarte.
Otra vez te digo, mi Reina Secreta.
¿qué se cayó del cielo?
¿qué tiembla en el cuchillo?
¿qué instante embrujado te acaricia y te abandona?
Está desnudo tu corazón azul
y estás inmóvil.
Y yo sólo puedo contemplarte
Y tu pareces una puerta que se cierra
Tienes los dedos cortados  como el fantasma del loco;
La esperanza flotando en un vaso,
Ah, tú que arrastras pájaros vencidos
Y no dejas descansar a los muertos
Que levantas la piedra y la escondes,
Detente “Bajo la noche que va cayendo para siempre”
Pero no duermas en mi tumba.
Toma entre las manos esta proa sagrada
Y esta flor que sangra sobre ríos oscuros.
Y aléjate.
Que Yo adivino tus pasos
Y el castillo cerrado, y la bestia cerrada,
Y la roca en hechizos y el hechizo en la roca.
Eres la nueva errante
Y pronuncias mi nombre más lejano que nunca
Y eres la raíz de mi templanza,
habitas en lo profundo de un abismo.
Y yo sólo puedo contemplarte.
No, tú no sabes la muerte
Tienes las manos huecas, y un dragón temblando en la garganta.
Está bien,
Acércate y sangra sobre mí, Reina Secreta que amas a la muerte
Pronuncia mi nombre
Y llora,
llora perdida al borde de mi tumba,
Yo sólo puedo contemplarte.
© MADAMMEDUSSA

CANTO AL TERCER ENCUENTRO CON LA INMOVIL

 Pétalo impuro,
Te hallé dormida en la nieve.
Con la cabeza en alto, las venas rotas
y un caballo de arena
Y temblabas tanto que quería matarte.
El peso de tu angustia, las hebras que ibas dejando en el camino.
los reflejos, las carnes del silencio
Coral del Abandono,
Debajo del vestido llevabas una tumba,
Un museo inclinado y un nido de escorpiones,
(Un esplendor tras otro meciéndose en tu carne.)
Princesa del luto,
Llevabas el muslo anclado en el terror,
Y te has detenido a dormir en la nieve con las piernas en llamas.
Y temblabas tanto que quería matarte.
Majestad de óleos antiguos,
Jugabas con la dulce orquesta del vampiro.
Ah duermes de pie como una enajenada,
Con los ojos abiertos, tal como si una bestia oscura e invisible
te devorara sin que tú la descubras.
Presencia de las cosas sin nombre, ausencia teatral que se parece al miedo,
Eres todo lo que se fue en mi caída
Y tiemblas tanto que sólo quisiera matarte
Y atarte y condenarte a una cruz helada,
y perderte y perdonarte
y dar un paso en falso y morderte los labios
y contemplarte como a un payaso que sangra
y recrear la altura inagotable de tu encanto
y conocer a la lluvia
y recorrer los túneles del desconsuelo
y caer estrepitosamente sobre un tul o una cripta.
Me habían prometido que no te encontraría,
Que ibas a morir antes que la palabra y después que mi recuerdo,
Que ibas a perderte y revelarte en un ramo de lilas,
Y a surgir como una pajarera loca de un sudario tumultuoso.
Con un sombrero de hojalata y un tambor de cuero de víbora.
Me habían prometido tu ocarina dulce, próxima a la lava
los corceles negros que te anuncian
Y esa luz negra en que te peinas.
Ah! Criatura despreciable que todo lo incendia,
apóstrofe dormido en la mitad de mi expresión:
Te hallé tendida en mi camino y hundida en la nieve,
 Y temblabas tanto que quería matarte
Eras apenas un poco de polvo
Con la cabeza en alto, las venas rotas
Y un caballo de arena
Y dormías encorvada como una estatua ciega
Debajo del vestido llevabas una tumba
Y temblabas tanto…
Y un acorde roto…
Y un ángel extraviado…
Y no pude matarte.
© MADAMMEDUSSA

CANTO AL CUARTO ENCUENTRO CON LA QUE NO SABE QUIÉN SOY

Maldita telaraña oculta de mi infancia.
Quiero que mires cómo sangro, en la tinta del silencio
Y cómo aúlla el lobo gris en el Monte de la Calavera.
Quiero que te asomes desde una lámpara vacía
Que seas una aguja
que te enfrentes conmigo,
Y te pudras en tu madriguera,
Que tu pellejo adquiera la forma ruinosa de los telones de un teatro de locos.
que te hospedes en una casa de brujas
Y anides en la habitación salvaje a la que estarás condenada,
Y te alimentes con cenizas y cabezas de gallo,
Y escribas tu testamento en las paredes,
Porque voy a devorarte.
 Que te quedes desnuda y seas el único testigo
cuando un viento violento sople sobre las formas fracasadas
y arrase con todo.
Quiero que cremes tus flores más puras,
Que te quedes dormida sobre una piel de ciego,
Y compres un trozo de pan y lo arrojes a los perros hambrientos del infinito.
Quiero que mires cómo me columpio sobre tu pila de huesos,
Y grites, delires, te enfurezcas como una extraviada en las tintas del silencio
 Y aúlles, maligna,
aúlles como el lobo gris sobre el Monte de la Calavera.
Y verás pasar la muerte
Y me verás salir de un templo
Escapando
en linajes,
Cargando con gatos de espuma negra
entre llamaradas de sándalo.
Quiero que mires cómo giro,
Soy un trompo en una lámpara enferma
Y alumbro la huella del desastre y todos tus pecados.
Y Voy a devorarte, muñeca de perlas negras.
Hablo desde una ciudad perversa,
Desde una flauta de cuervo,
Y no voy a responderte.
Vas a vivir quemada
Vas a extinguirte en una botella negra
Quiero que sangres
sobre la noche ausente
sobre la forma de un dragón sofocado.
Con la tinta del silencio
Como el lobo gris sobre el Monte de la Calavera;
 Que riegues con voz luminosa tus lilas marchitas;
Que despiertes pensando que has muerto,
(Y que hayas muerto)
 Quiero que adivines mis lágrimas
Y que me ahogues durante cuarenta siglos,
sobre un piano fantasma ,en acordes dementes.
Y seas la sombra de un vampiro…
Que te detengas a un paso de mí
Y poses tu mirada en las cosas pequeñas que sólo tú conoces,
Que vuelvas a morar en un mechero azul,
Y aprendas del lobo gris que aúlla
y hace tinta con el silencio de la titiritera
dentro del libro sin palabras de las palabras escritas
con la tinta del silencio del lobo
que aúlla en el Monte la Calavera
 Y quiero que sepas quién soy:
 Soy la madeja dolorosa,
La matadora con pestañas de alambre
que se riza el vello del pubis con un misal escarlata
Que tirita sobre una urna.,
Que se asoma desde una lámpara vacía,
que se pudre en tu madriguera,
Y se torna en aguja para enfrentarse contigo,
La que se hospeda en una casa de brujas,
se alimenta con cenizas y cabezas de gallo
Y anida en una habitación salvaje
Y escribe su testamento en las paredes.
Que se queda dormida sobre una piel de ciego
para no encontrarte jamás.
Oh tú que no pudiste hablar,
Quiero que vuelvas a mirarme y me digas qué sucede
(Y no lo sepas)
Y que alguien te devore
(Y tampoco lo sepas)
Que te acerques al mar como a un mendigo
y encuentres un verdugo, un espejo y una lámpara.
Oh tú que no pudiste llorar,
Aúlla, aúlla con la tinta del silencio
Como aúlla el lobo gris sobre el Monte de la Calavera.
Y dime, quién eres.
© MADAMMEDUSSA

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